
feb-06
Comensales: 4
Precio Medio: 45€
Hacia mucho tiempo que no visitaba este restaurante. En las dos últimas ocasiones que había intentado reservar mesa, la cosa no pudo ser por unos motivos u otros. El caso es que tenía muchas ganas y fuimos con unos buenos amigos. El local, sin grandes alardes, es precioso y acogedor. Todo tiene un aire moderno, con líneas puras y buena combinación de colores.
La mantelería, cubertería, cristalería y vajilla correcta, aunque eché de menos unas copas de vino de mayor calidad.
El servicio es atento, discreto y profesional y con un tiempo de servicio muy bueno, detalle fundamental para disfrutar de un buen restaurante.
La carta es amplia y bien pensada. Además tienen algunas opciones de temporada fuera de carta, como las navajas con habitas; riquísimas por cierto. Los carpaccios están finamente trabajados y se nota la buena mano de Emili tanto en la textura como en los sabores (el de gambas que es extraordinario).
El trabajo en cocina (y por supuesto, en la compra de la materia prima) se dejan notar en uno de sus platos emblemáticos: el confit de pato. Es sin lugar a dudas donde mejor lo he comido (incluido restaurantes de renombre en Francia). El punto de cocción, la textura, la calidad de la grasa.... es IMPRESIONANTE.
Buenos postres, a destacar el canal de Idiazabal.
Buenas elecciones en la carta de vinos, muy bien servidos y 'rara avis' no te atracan con el precio
En definitiva, un restaurante fantástico donde comes bien, bebes bien y te tratan mejor.
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