julio-09
Precio Medio 100€
Restaurante estrella de nuestro viaje a Francia este verano. Maravilloso enclave con Castillo y campo de Golf, en medio de un magnifico bosque. Desde el parking la cosa abruma. Cocinero de prestigio y buena ubicación de la veranda, con vistas al campo.
Incompetente y nefasto personal, con un servicio de mesa indigno. La recepcionista parecía una hiena en celo y el maître un tipo falsamente simpático. Las camareras, demasiado jóvenes e inexpertas, absolutamente agarrotadas.
Una vez en la mesa nos relajamos con las vistas y el ambiente. Nos vuelven a llamar la atención las estupideces, como que la carta de la señora no lleve los precios marcados. Optamos por caballo ganador y esperando que nos sorprendan optamos por el 'menú carte blanque' sin bebida.
El sumiller, un tipo mellado con unos dientes horribles pero de trato agradable, nos aconseja un vino de la zona, un Chinon Olga Raffault 'Les Picasses 2003' y acierta de pleno. Un complejo pero delicadamente frutal vino. Lástima del precio, 42€, ya que un mes después compramos dos cajas a 15€/botella directamente en la bodega, que está a tan solo 10Km del restaurante.
Surtido de pan casero de gran calidad.
La comida, elaborada con una técnica digna de elogio respeta sabores y textura. El Foie-gras fresco envuelto en algas y el pescado, sabroso y firme, componen el raquítico menú. Dos entradas, una mousse y medio boquerón, y un postre a base de chocolate lo completan. Casi reventamos de tanto comer.
Lo del menú infantil ya es para hacerse el hara-kiri, un imposible plato de pasta con tiras de venado que no había por donde hincarle el diente.
En definitiva. Comida compleja pero exigua y cara. Personal de sala absolutamente incompetente. Entorno y técnica de cocina maravillosa
Huir.
El Castillo
La vista desde la veranda
La carta
El pan
El Vino
Los aperitivos
El Foie-gras
El Pescado
El Postre
El dulce
Precio Medio 100€
Restaurante estrella de nuestro viaje a Francia este verano. Maravilloso enclave con Castillo y campo de Golf, en medio de un magnifico bosque. Desde el parking la cosa abruma. Cocinero de prestigio y buena ubicación de la veranda, con vistas al campo.
Incompetente y nefasto personal, con un servicio de mesa indigno. La recepcionista parecía una hiena en celo y el maître un tipo falsamente simpático. Las camareras, demasiado jóvenes e inexpertas, absolutamente agarrotadas.
Una vez en la mesa nos relajamos con las vistas y el ambiente. Nos vuelven a llamar la atención las estupideces, como que la carta de la señora no lleve los precios marcados. Optamos por caballo ganador y esperando que nos sorprendan optamos por el 'menú carte blanque' sin bebida.
El sumiller, un tipo mellado con unos dientes horribles pero de trato agradable, nos aconseja un vino de la zona, un Chinon Olga Raffault 'Les Picasses 2003' y acierta de pleno. Un complejo pero delicadamente frutal vino. Lástima del precio, 42€, ya que un mes después compramos dos cajas a 15€/botella directamente en la bodega, que está a tan solo 10Km del restaurante.
Surtido de pan casero de gran calidad.
La comida, elaborada con una técnica digna de elogio respeta sabores y textura. El Foie-gras fresco envuelto en algas y el pescado, sabroso y firme, componen el raquítico menú. Dos entradas, una mousse y medio boquerón, y un postre a base de chocolate lo completan. Casi reventamos de tanto comer.
Lo del menú infantil ya es para hacerse el hara-kiri, un imposible plato de pasta con tiras de venado que no había por donde hincarle el diente.
En definitiva. Comida compleja pero exigua y cara. Personal de sala absolutamente incompetente. Entorno y técnica de cocina maravillosa
Huir.
El Castillo
La vista desde la veranda
La carta
El pan
El Vino
Los aperitivos
El Foie-gras
El Pescado
El Postre
El dulce
